¿Sabes? Cuando crees que las cosas se acaban. Cuando piensas que los sueños tienen que morir. Cuando realmente ves que tus ilusiones mueren ahogadas en el fondo del vaso… Es el momento de parar, mirar a tu alrededor y darte cuenta de que el hecho de que pienses que todo ha acabado no significa que lo haya hecho. Siempre hay una puerta que no viste o una salida que jamás pensaste en usar. Hay una decisión que lo cambia todo y unas palabras que te hagan sonreír.
Hay veces en que el mundo de las ilusiones se derrumba sobre nosotros y nos crea tal desasosiego que no somos capaces de pensar en las cosas buenas que tenemos cerca. Quizá no nos ilusionemos por levantarnos cada día porque es un hecho demasiado cotidiano y típico, pero el hecho de poner un pie sobre el suelo significa que estamos vivos y que estamos aquí para dar guerra. Nos pueden poner baches en el camino, piedras que nos hagan tropezar y nos rasguen la piel de las rodillas como a los niños. Podremos ver el fin tan cerca que casi lo podemos alcanzar con la yema de los dedos. Pero sin embargo… duela lo que duela, los días pasan y seguimos ahí. Sufrimos cada segundo por nuestros deseos no cumplidos y no nos percatamos de los que conseguimos a cada instante. Para mí un sueño es poder conocer a gente increíble y cada día los conozco un poquito más. Para mí un sueño es poder ser yo misma y sentirme a gusto con los demás sin creerme un bicho raro… y lo consigo. Para mí un sueño es poder levantarme cada mañana con la certeza de que a lo largo del día los intentos por sacarme una sonrisa serán muchos. Un sueño es aquello que deseas con toda el alma. Un sueño no es más que lo que vivimos cada día porque cada día hacemos lo que más nos gusta. Cada uno tenemos nuestros sueños e ilusiones. Quizá unos sean más fáciles de conseguir que otros… pero sin embargo no por ello tenemos que dejar de olvidarnos de las cosas que conseguimos cada momento, porque son tanto o más importante que lo que tanto ansiamos ya que al fin y al cabo… consiguen levantarnos por las mañanas.